Cómo si
fuera ayer se agolpan imágenes, sonidos, recuerdos un día tenía una familia
y al cabo de un momento se había
esfumado.
Un extraño
conjuro se había adueñado de las cuatro almas
que eran mi guía. No fue un golpe seco, fue de a poco como se deshojan
las margaritas con la brisa. Se fueron
de a poco como el terror abandona al
sobreviviente.
Un 10 de
octubre de 2010 quedó en la retina como un presagio, como lo que estaba y no iba a volver.
Atrás
quedaron la vida en común, los momentos
duros, las enfermedades, los dolores, el cansancio.
Las valijas
llenas de madrugadas y ocasos.
Atrás quedaron el eco de las risas, los juegos en
familia. Las caricias. Los abrazos, las manos entrelazadas, el calor del hogar.
Viajando
como siempre a General Roca, el hogar de los abuelos. Siempre apostando a la
familia. Salimos después de las cuatro
de Villa El Chocón. Era un día cálido, un día primaveral, que anunciaba el
verano. Por ser un fin de semana largo las rutas estaban cargadas de gente que
venía e iba a distintos puntos. Viajábamos
felices y en paz. Todo parecía perfecto.
Al llegar al parador Los Pinos le pido a mi
hijo que deje de escuchar música con su
teléfono, le saco el celular. Miro la hora seis y media, levanto la vista y solo puedo ver que un auto gris se viene
hacia nuestro lado.
El tiempo
empieza a detenerse, pierdo la memoria. Solo resuenan ecos, gritos,
desesperación. Sólo dolor, dolor, dolor.
Dolor que se
siente en el cuerpo, pero que viene de las entrañas.
En esos
momentos parece que el tiempo y el espacio se condensan en un giro infinito.
Se precipita
la razón y el intelecto en una danza incomprensible que solo nos recuerda como conviven en nosotros los opuestos y como
se entremezclan con el otro.
Que nuestro
cuerpo físico nos remite a la finitud y como nuestra alma, donde nada nos
preocupa, nada nos duele, donde hay paz, es infinita, es eterna.
Como todo lo
que creemos se nos escapa de los dedos y solo queda la existencia, desnuda de
toda pretensión y egoísmo.
II
Será por eso
que nos enfrentamos a situaciones de extremo dolor. Pruebas que ponen en
jaque nuestra fe y nuestra capacidad de
renacer una y otra vez.
Cuando se
habla de cielo y de infierno poco se entiende que la vida nos coloca permanentemente en uno y en otro lugar. Que somos creadores de
nuestra historia, que nuestras decisiones afectan el capítulo siguiente.
Suponer que solo nos tocará una parte es inocente. Todo lo que transitamos
tiene dos caras, una llena de alegría y otra cargada de dolor. No se puede
apreciar lo bello, sino se experimentó lo feo. Lo dulce sino se ha probado lo
amargo. La dicha sino se ha llorado.
La completud
solo la experimentamos cuando volvemos a la esencia.
En ese lugar
no existe dualidad. Experimentar la divinidad, es sentir la ausencia de la
duda, del miedo, de la fragilidad.
Saberse
unido al infinito y por lo mismo no tener límites.
En ese
concepto no hay lugar para la dualidad,
porque su efecto es la plenitud y la
conciencia.
Es el abrir
de una flor, su fragancia, su destello de luz, es instante y eternidad.
La claridad
llega cuando se deja de pensar. Cuando solo se vive cada momento, que se abre
ante nosotros como un escenario de Divina Comedia. Donde cada parte de nuestro ser entona una hermosa melodía y
que junto a las melodías del resto crean la maravillosa canción sinfín del
Cosmos.
III
Tú
peldaño de estrategias,
Que haces
que mi corazón sufra
Y al mismo
tiempo que mi alma se agigante.
Tu bastión
de batallas, por seguir siendo yo misma.
Desierto y
Oasis. Lluvia y sequía. Manantial y sed.
Tú que eres
yo, que me muestras
Lo que falta
y lo que sobra.
IV
Cómo un
náufrago de mi propia existencia, doy brazadas intentando no perder el último
aliento, que queda a la devastación y el caos.
Como una
marioneta sin función. Como una puesta en
escena en un páramo, se me amontonan los fantasmas del delirio y el miedo.
No enfrenté
otra vez la muerte, con la esperanza que el dolor cese. El hambre que no sacia,
la sed que no calma, se agolpa presurosas en el mar de las mañanas. Empañar mis
horizontes de arcoíris, con tormentas egoístas y vanas.
Quién se
hace el dueño del horizonte, cuando lo inconmensurable lo atraviesa todo, lo
penetra todo, lo reclama.
Creer que
fue un sueño es una tentación demasiado fácil, lo que implica un cuestionarse
es hasta donde fue cierto.
Que el
desvelo me arrebate los sueños, me deja en un laberinto de sinsabores y
espectros.
Quizás a la
vuelta de la esquina, nos volvamos a encontrar: Cuando la calandria y el
ruiseñor unan sus voces. Cuando el águila detenga su vuelo por un momento y sea
uno con la inmensidad.
Me vestí de
duelo y me creyeron muerta. Muerta de ilusiones
y bienvenidas.
Muerta de
caricias y ternura.
Allí donde
se disponen los cuerpos de los que eligieron irse, porque no les bastó el
coraje para quedarse y ahí me encontraste otra vez: despierta, más joven, más
ilusionada, aún, más nueva.
No te
importó que el tiempo se marchase, si para nuestra realidad no había tiempo.
Y el
desamparo del principio, que arremetía
feroz contra mi cuerpo, estaba hastiado de representar el verdugo de la escena.
El detractor de los futuros venturosos.
La oquedad
donde se esconden las mareas.
Sin saber
vencí el orgullo y el dolor de un solo paso.
Me adelanté
arrebatarle al egoísmo su mirada, me hice uno y ya no me dolieron las otras
caras, porque el amanecer aunque tibio se abría limpio. Porque la rueda
virtuosa había derribado murallas y los recados de amarguras se habían disipado
con tanta magia.
V
Ver lo que
uno quiere, es enfrentarse a lo más
trágico que tiene el vivir. Es deshacerse de lo que imaginé para ver lo que
hay. Mis pupilas yertas de tanta
desdicha y el inconmensurable dolor que pesa más que el lastre.
Pretendí que
no me doliera y la ausencia se hizo inmensa.
Parece ser
ayer cuando labios me amaban y no había traición. No había duda.
¿Qué tengo
que hacer con lo que no puedo aceptar?. ¿Qué
tengo que hacer con lo que anestesia
mi vida?.
Puedo volver
a confiar cuando me engaña a diario.
Puedo
entregarme cuando no termino de incorporar una verdad y salen a flotar mil
mentiras. Cuántas veces perdonar lo que lastima. ¿Cuánto amas a quien no te
merece?. ¿Cuánta pasión muere en el descanso del viento?
Tu amor es
tan endeble como un pequeño tronco verde, que el viento de la duda lo inclina
hacia un lado y hacia el otro. Y en el medio: Yo, queriendo quererte y creerte.
Me equivoqué de nuevo?.
VI
Volver y ver
la nada. Arremeter con la vida hecha añicos. Desesperar y padecer un relámpago
de sentimientos.
Despegar del
infierno y sentir que no estarás en mi presente., que te fuiste hacia otro
cielo. Que te llevaste cada minuto de alegría y que puedo despertar sin
nombrarte.
Te fugaste
como preso solitario, como el ancla liviana que busca otras tierras, como un
barco que zarpó hace tiempo.
VII
Tratar de
descifrar que anida el porvenir.
Que rayo de
luz inundará mi ser devastado después de la tormenta.
Se fueron un
día de manera mágica.
Se fueron y
los conceptos del Ser y estar cambiaron.
Se fueron
llevándose partes mías,
Se fueron
volando cómo águilas de paso.
Como el
sonar de un pájaro en vuelo,
Como una
campana que se aleja.
Se fueron
llenando vacíos y escapando del miedo.
Se fueron
manantiales de luces,
Varándome en
la soledad que duele y espanta.
Años de
espera, minutos suspendidos, besos perdidos.
Las
vocecitas llamándome MAMÁ,
Y que las
escucho que se acercan y se alejan.
Dónde quedan
pequeños grandes momentos, pequeños grandes encuentros y más grandes
despedidas……
VIII
Siento que
se desvanece el recuerdo
Que se
deshace de mis dedos tu esencia,
Que se vuela
poquito a poco la magia de ayer.
Se me van
despidiendo, las ganas.
Se me va
despidiendo tu cuerpo.
Se estremece
el sonido del tiempo
Y me implora
no termines el cuento.
Se me
escapan los años de amor y
Me dejan
marchita por dentro.
IX
Cómo olvidar
sus nombres? ,
Cómo olvidar
sus voces de mi piel?,
Cómo olvidar
la palabra
MAMA que aún
me hace buscarlos.
Dónde pongo
lo que tengo para darles?
Dónde las
caricias que quedaron en mis manos?
Dónde pongo
los besos que mis labios guardaban solo para ustedes?
Cómo
hacer con los sueños incompletos?,
Con los
bailes desiertos,
Cuando solo
el sol acompaña este cuerpo,
Cuando sus
manos se me escapan y vuelan alto.
Cuando mi
corazón no se halla en el pecho.
Se
aquieta el latir para acercarse un poquito,
Para que no
estén tan lejos,
Para no
sentir que todavía no se han ido ó que
Están
volviendo.
Cómo hacer
con tanto amor que quedó aquí dentro.
Duele cada
célula, duele cada suspiro, duele no tenerlos y
Saberlos
ido.