jueves, 6 de septiembre de 2018

Acuérdate de Vivir


Cuentan que los antiguos relojes italianos  tenían esta inscripción (acuérdate de vivir), que refería a no permitir que la tiranía del tiempo  te robe la capacidad de vivir, hasta el último segundo de vida, como quien bebe agua con fruición en un día de verano.
El escenario donde somos el actor principal que tiene una y definitivamente una oportunidad para demostrar el talento. El momento de la verdad donde se juega el todo y nada.
La naturaleza nos transmite grandes lecciones de una simpleza ejemplar, como el desempeño de héroes anónimos: los árboles. Que transforman nuestro sucio aire, en oxigeno.
Que cobijan a los pájaros y otros animales sin preguntar su religión, su raza, ó  su situación económica.
Se mecen con el viento, bailan con el sol, se dejan atrapar por una enredadera y acariciar por la lluvia.
No se apresuran, saben que todo es a su tiempo: ni antes, ni después.
Hacen su mejor papel, cada  día exhiben su magnificencia con la humildad de los grandes. Hacen brotar ramas y hojas en donde fueron lastimados. Donde su savia desangraba, hoy hay un brote de esperanza.
Donde el otoño lo despojó de sus ropas, estoicamente resiste la crudeza del invierno.
Se hace madera  para quien tiene frío. Mesa y silla para compartir. Se hace cuna para recibir una nueva vida. Se hace calor, se hace protección, se hace entrega en cada fase de  su vida y haciendo esto hace su maravilloso protagónico.
Y en primavera renace. Abre sus brazos a la explosión de colores y comparte su mayor regalo: su fragancia.


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