Lo que cabe en mi cabeza
Arrinconó la
desesperanza a la baulera,
Y aprisionó
los rencores por un tiempo.
Quiso
grabarse sus recuerdos
Como a fuego
vivo
Cálculo la velocidad
de las lágrimas y se le antojó que la Vida valía la pena.
Cuatro años
padecía la agonía de su ausencia.
No le
preocupaba saberse solo,
Más sin ella
era un destino insoportable.
Contuvo el
aliento, respiró y tomó el teléfono.
Su voz llenó
la estancia y su corazón se precipitó rápidamente.
Ella lo
esperaba como siempre y no había perdido
la esperanza que llamara.
Ellos
volverán a verse y su nombre resonaba en su mente: Constanza.
El pensó que
tanto los había separado y musitó: “Lo que cabe en mi cabeza”.
Zarpamos por dentro
Siempre
habíamos visto las manzanas de febrero. Adorando el fulgor de su carmín, el
terciopelo de las caricias que la planta le había dado a la tierra y su
respuesta de fertilidad absoluta.
Creada desde
cada pensamiento de Amor había germinado en soledad, pero parir cada fruto era
el propósito más sublime.
Sus frutos
cayeron; fueron devorados por los mortales, los alimentó y los hizo eternos.
Jamás podré
olvidar la entrega que cada manzano hace
en pos de la vida.
Enamorarte cada Instante
Cada mes, cada día, cada hora, cada minuto
interroga la necesidad de ser felices.
Nos pone a
prueba en la capacidad de aprovechar la oportunidad, que el Amor a manos llenas derrama a nuestro alrededor.
Este
instante puede ser el primero de experimentar el NO AL MIEDO, el dejarse llevar
por los corazones abiertos, por cada alma que sedienta espera y por fin
declara: Un NO A LA SOLEDAD.
Cada Vez
Cada vez que
sale el sol,
Aparece la
palabra.
¿Dónde
estás? ¿Dónde te has ido?
Compañero de
jornada.
Una palomita
blanca
Me dijo un
grave secreto,
Que eres un
ruiseñor,
En las ramas
de otra amada.
Si ves pasar
a la luna
Por la
esquina de mi casa
Contarle los
sueños nuestros
Decile no
diga nada.
Cuando
llueve, me entristezco,
Recordando
tu mirada
Una
primavera te fuiste
Y el
invierno que no acaba.
A la orilla
de aquél río
Naufragó
nuestra alma
Tú te fuiste
hacia el norte
Yo quedé
abandonada.
Con paso
lento y seguro,
Un día me levanté.
Decidida de
ser fuerte
Y de
mantenerme en pie.
Al final de
la semana,
Se
agolpan mis recuerdos,
Algunos son
cálidos
Y otros duro
invierno.
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