Leí conmovida como Sandra Mihanovich donó un riñón para su
ahijada, pudo hacerlo luego de varias diligencias judiciales, ya que no era
familiar directo. Ahí surgió mi pregunta ¿Cuántas trabas hay para el amor?
Este Amor que no es un ramo de rosas de vez en cuando, no es recordar a los que amamos solo los días festivos y comerciales.
Implica un darse sin esperar nada a cambio. Un transformar en
milagro cada momento. Dejarse guiar por el corazón: escuchar su mensaje.
Cada instante somos
maestros y discípulos.
La vida nos enfrenta a nuestros propios miedos, a los
devoradores de alegría que anidan en nuestro interior.
Nos anima a pasar los calvarios y desiertos con el solo fin
de saber que el Amor vence todas las barreras incluso las de la muerte.
Que un minuto de ese amor vale las lágrimas más amargas.
Que él reconocer en unos ojos la incondicionalidad no se
compara con ningún bien material.
Que los abrazos curan, fortalecen, dan calma y seguridad.
Que la presencia se demuestra con una palabra, una mano
tendida, el silencio cuando las palabras sobran, una sonrisa que abre el cielo
e ilumina un día gris.
Ser protagonista de la historia de amor que Dios tejió con
cada uno de nosotros desde el mismo momento que existimos.
Cuando se habla de Amor no se alcanza a dimensionar hasta
donde su inmensidad nos alcanza. Hasta donde su imperceptible acción mueve cada átomo, cada
partícula, cada ser, despliega su magia y nos hace agradecer estar VIVOS.
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