Besos Lejanos
La vio
partir y se estremeció por dentro.
Nadie había
develado tantos sueños furtivos, tantos nidos al aire, tanta vida de hogar.
Tanta paz de
otoño, tanta risa temprana que se
iba a la mar.
Retuvo el
grito maldito y se ofreció a manos llenas.
Nunca había
amado a nadie, como la amó a ella.
Nueces sin ruido
Sin saber
cómo: amó cada paso, cada mueca, cada suspiro y cada mirada.
Atesoró la
primavera, deshojo el verano, acarició el otoño y maduró el invierno.
Hasta ese
día, único e irrepetible: donde dos fuero uno.
III
Como lluvia
de otoño, tus recuerdos me invaden,
Me
inquietan, me enfadan, me hacen quebrar.
Me elevan,
me llevan,
Me llevan al
mar. ´
Me deshojan
la dicha,
Me regalan
lo incierto,
Como lluvia
de otoño
Voces de
guerra
Se aparecen
ante las cifradas esperanzas,
El
desconsuelo arrebató la alegría
Y el duende
de la suerte quedó desempleado.
Misiles
disparan la bronca cotidiana
Y los
amaneceres se han teñido de sangre.
La muerte,
me sigue con aliento felino, pero se detiene algo ha ocurrido:
Se oyen los
tambores de los desatinos
Y de pronto
escucho:
Voces de
guerra.
Para atrapar
una estrella
Debo saberme
buena,
Amada y
amante
De mano
serena.
Querer
amarte
Más allá de
la niebla.
Perdonarte
el ocaso, y
La
madreselva.
Defender tus
miradas,
Creer en tus
promesas,
Elevar un
ruego y
Una
penitencia.
Acariciar lo
fino
De la callada
espera,
Encender los
mares:
Para atrapar
una estrella.
Defender la
vida,
De los ojos
siniestros,
De los malos
augurios
De la sombra
funesta.
Defender la
vida ,
De los
oscuros silencios,
De la
memoria hecha ceniza
De las
grandes mentiras.
Defender la
vida
Desde otra
trinchera, que el dolor no alcanza,
Que la
muerte no calla,
Que el
rencor no mella.
Defender la
vida ,
Desde las
limpias promesas,
La alegría
que late en cada horizonte.
El Amor que
revierte el maleficio mortal.
Aunque no
había secretos entre la luna y el sol:
Ella deseaba
ser nieve,
Él lluvia y
relámpagos.
Ella quería
ser tibis,
El la
caricia que enfría.
Ella un gran
horizonte.
El un
suspiro de amor.
Ella viento
huracanado,
El la
quietud y el candor.
Ella se hizo
montaña,
El arroyito
cantor,
Ella
encendió mil luceros
Y él se lo
agradeció.
Una gota de
limón que penetra suave
Y diáfana
por el recorrido sordo de una tetera de verano.
Cómo un
elíxir compañero de acompañadas tardes.
Cómo la
escapada al río,
Como un
jaque mate a la sed desesperada.
Lo que cabe
en un segundo, una alegría, un beso, una lágrima fugitiva, que se apresa
aparecer.
Una nota
musical, un trinar acompasado, un te quiero, un olvidado, recuerda que quiere
retornar.
Un saludo,
una mueca, un suspiro: vengador de batallas perdidas.
Un grito, un
aplauso, una risa y un dolor que se
niega a volar.
Una mirada
de calma,
Una palabra
de aliento,
Y un deseo:
un sueño.
Cáscaras de
tiempo que caen como hojas en otoño,
Como
margaritas deshojadas,
Como la
arena de un reloj que va cayendo, una a una
Como una
marioneta que abandona la función.
Cómo la caja
de juguetes,
En el cuarto
del que no está.
Cómo cada
palabra que no te dije ayer.
Cómo cada
caricia, que quedé sin brindar.
Cómo cada
comienzo y cada final.
Agarradito a
la sombra, me refugio,
Busco amparo
al desatino de la duda.
Al mal
sueño, al peor presagio.
Calculo la
distancia entre el tiempo recorrido y la nada.
Me
reencuentro y me pierdo en el laberinto de las primaveras
Y espero…..
Espero ser
camino y caminante,
Espero ser
arroyo y piedra buena,
Espero ser
tallo y remanso,
Espero ser
yo a manos llenas.
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